El incremento de precios dispara inquietudes de la población en Sancti Spíritus en los primeros días del año, cuando transcurren las jornadas iniciales de la puesta en práctica de la Tarea Ordenamiento
Sobre el mostrador de la dulcería “El Capuchino” del boulevard de Sancti Spiritus decenas de panqués se mosquearon en los primeros días del 2021.
¿La razón esencial? El subión de precios desde cinco pesos hasta treinta ahuyentó los compradores y disparó las alarmas de la polémica. En las panaderías, comenzó a amontonarse el pan normado pues no todos los consumidores, no solo porque se elevó de cinco centavos hasta un peso, sino porque suele salir con sus históricas deudas de calidad.
Estos son tan solo dos botones de muestra del impacto que ha provocado en Sancti Spiritus la implementación de la nueva política de precios como parte de la tarea ordenamiento.
Es como un disco rayado que da vueltas y vueltas sobre una misma nota: los precios se han convertido en el hit parade de los tópicos de la llamada agenda pública desde que cada quien comenzó a chocar con las nuevas tarifas en varios lugares
No se trata del shock que lógicamente todo cambio provoca, mucho más en una sociedad acostumbrada a vivir con precios que ahora nos parecen manejables y que también ha vivido ajena a costos, subsidios y casi de espaldas a los entuertos económicos. Es que, en la mayoría de los casos, las nuevas cotizaciones van llegando graneadas y otras ni siquiera se conocen.
De las que ya se conocen, varias han choqueado al consumidor, porque, como las del panqué, parecen haber llegado de la estratosfera, a pesar de que fueron aprobados a nivel gubernamental.
Para muchos resulta entendible que los precios suban como parte de la ruleta sistémica que supone la tarea ordenamiento porque enrola a toda la sociedad. El asunto es hasta dónde elevarlos, porqué y cómo entrecruzarlos en un contexto macroeconómico bien complejo, donde las cuentas no siempre dan cuando entran en la ecuación salario-ingresos-necesidades domésticas y cotidianas.
Desde finales del 2020 las principales autoridades del país llamaron la atención sobre la necesidad de atender los llamados precios especulativos y abusivos. Ya desde ese momento estos comenzaron a aflorar en todo tipo de mercado, mucho más el informal cuando una libra de frijoles sobrepasó los 60 pesos y el precio del cerdo en una semana cambió tres veces, con anuencia de aprobación estatal, hasta superar los 70
La arrancada del año enraíza la tendencia e incorpora otras categorías que pueden ser precios desmedidos, incontrolables y hasta descarados. Algunos se han multiplicado por tres y otros, como los del panqué, por seis y hasta por diez, la conocida marquesita, un minúsculo dulce, que pasó de un peso a once, no con todo el argumento económico que supone la formación de esta categoría
Sucede también que los mecanismos de información de los nuevos precios han sido insuficientes e ineficaces. No todos están en la Gaceta, ni en Intenet con sus redes sociales, los sitios donde han aparecido hasta ahora, sin contar que una parte nada despreciable de la población, no tiene acceso a estas vías y por tanto precisan conocerlos, para planificarse la complicada economía doméstica, de una parte y de otra, para defenderse de timadores, especuladores y ladrones.
La insuficiente información también da pie a bolas y especulaciones como la que se armó en Sancti Spíritus sobre una supuesta venta de queso a 125 la libra, cuando en verdad este producto no había llegado a los mercaditos por indefiniciones en el precio minorista.
Y estos son los precios estatales. Los particulares también caen a granel y eso dificulta el crucigrama doméstico para que salarios e ingresos soporten esta suerte de ruleta donde esté de aquí sube lo suyo porque aquel de al lado, sube lo de él.
Otro punto polémico: un mismo producto puede no valer igual de una provincia a otra o incluso entre municipios, ya que los territorios tienen facultad y autonomía para decidir sus precios y así una libra de cebolla en medio del asfalto de la capital puede valer casi lo mismo (diez pesos) que acá en Sancti Spiritus (8 pesos), donde se encuentra Banao, el emporio cebollero del país, o que una lechuga cueste en el vedado capitalino, en papeles, claro, cinco pesos, mientras en tierra espirituana, repleta de organopónicos: 15,..pero esto merece un análisis aparte.
Mas tanto como lo elevación de las tarifas, ha levantado ronchas, otro shok: la subida de precios ha encontrado los mismos problemas de calidad en el pan, el panqué o la bola de helado, algo que no tiene justificación ni económica, ni lógica.
Está claro que algunos precios se elevan porque las materias primas o insumos, importados o no, también han subido, de manera estrepitosa, no pocos de ellos. La harina, por ejemplo, escaló 15 peldaños en su ascenso desde unos 600 pesos la
tonelada hasta más de nueve mil hoy. El azúcar, de mil 400 pesos hasta seis mil o siete mil…
Está claro que el cambio monetario donde el dólar ya no es al uno por uno, sino al uno por 24, también impacta en las finanzas empresariales. Está claro que las empresas no pueden ir a la quiebra, pero también está claro, muy claro, que sus utilidades no pueden sustentarse en la elevación desmesurada de los precios, ni a costa del bolsillo público, que muchas veces, ha pagado la ineficiencia productiva.
La reforma general de precios apenas gatea y le tocará corregirse, regularse y en eso el mercado puede desempeñar un rol decisivo.
Para ilustrarlo, volvamos al panqué. Si según Alexis Fuentes De la Cruz, director de la empresa de la alimentaria y otros en el municipio espirituano, los 30 pesos de venta suponen un estudio de mercado, habrá que admitir que desaprobó su primer examen. De unos dos mil que se vendían el pasado año en un ratico, las primeras ventas alcanzaron apenas unos 200, mientras una cifra similar se mosqueaba en el mostrador
Ello dice que como categoría económica que es, las decisiones finales sobre la formación de los precios, no pueden adoptarse de manera superficial ni tampoco a libretazos, como parece haber sucedido no solo aquí, a juzgar por las reevaluaciones y rebajas que llegan a escasos metros del primero de enero. Así los once pesos de la marquesita que les conté, bajaron en horas a seis y la croqueta gastronómica se redujo de seis a tres…en una tendencia que abarcó a todos los renglones del sector.
La propia naturaleza de la tarea ordenamiento, que tiene en el centro a la opinión pública, supone una evaluación permanente y una toma de decisiones tan al caliente como los mismos precios, un proceso en el que ya la provincia está inmersa.
La reforma salarial supone una mejoría en los ingresos y nos obliga a sacar más cuentas que nunca, pero después que el país desangró sus finanzas para sustentarla, ahora no puede estrellarse sobre un solo mostrador
(Con Información de Radio Sancti Spiritus)
Leer más...