La Vizcaína
Céspedes # 24 y 26, norte
Por Maria A. Jiménez Margolles y Javier León Valdés
El edificio de tres niveles, que se llamó Amézaga, es todo un símbolo de la arquitectura moderna en Sancti Spiritus que se insertó en el área antigua, en la plazoleta Diego Dorado, donde existían edificaciones de diversas épocas. Este inmueble, que tiene elementos racionalistas, utiliza materiales de óptima calidad en todos sus bien logrados componentes estructurales.
Desde su conclusión en 1957 y hasta la actualidad ha mantenido gran parte de los elementos originales; además de que, en los bajos, han permanecido instalaciones públicas y en altos, las viviendas, con magistral aprovechamiento del espacio, la luz y la ventilación. La fachada del primer nivel, es muy sui generis, decorada con siluetas de hierro alusivas a los artículos que ofertaba la bien surtida ferretería La Vizcaína, composición única en la ciudad.
Este magnifico edificio es resultado del esfuerzo y el ingenio de la primera mujer arquitecta espirituana, que desarrolló sus creaciones en tierras yayaberas, María Luisa Sofía Pérez López, una joven que, casi recién graduada, se enfrentó a la difícil tarea de dirigir constructores hombres, muchos de los cuales, en aquellos años, no aceptaban que una fémina los mandara, pero con inteligencia, sólidos conocimientos y un temple especial, venció barreras y ganó admiración y respeto.[1]
La historia anterior
La parcela de terreno donde se encuentra el famoso comercio nombrado La Vizcaína, abarcaba a inicios del siglo XVII, también el terreno de la plazoleta de su frente, era el límite del pueblo por ese rumbo. Allí construyen una vivienda Isabel de Astorga y de los Reyes casada con don Diego García de Aranda quienes luego venden al presbítero José Rodríguez-Gallo y Díaz-Lazo de la Vega, que le pone techo nuevo y deja un área libre a la que llamaron con el tiempo Plazuela del Vicario Después pasa sucesivamente a Basilia Rodríguez Gallo, casada con Juan José Peralta y en lo adelante, a sus descendientes los Peralta Rodríguez Gallo quienes la conservan en propiedad hasta el siglo XIX.
Según la edición conmemorativa del centenario del periódico El Fénix publicada el 3 de marzo de 1934, la ferretería La Vizcaína tenía entonces 70 años de establecida, ó sea se constituyó en el año 1864. Entre sus dueños cabe mencionar a Francisco Tomé (don Pancho), comerciante español que prestó sus carretas para conducir la carga que trajo la expedición de los generales Carlos Roloff y Serafín Sánchez por Punta Caney el 24 de julio d4e 1895. Tomé vendió La Vizcaína a Gregorio Amézaga.
Hasta 1955 fue una construcción de mampostería y tejas, pero ese año su dueño, Gregorio Amézaga, decidió reedificarla. Tras la demolición de lo viejo y con el concurso de buenos albañiles y carpinteros, se desarrollaron los trabajos. La enfermedad grave de Amézaga, llevó a que sus familiares pidieran que se aceleraran las tareas, para que él pudiera contemplar la obra antes de fallecer. Después, se terminaría la parte que faltaba.
Tantos elementos de historia, cultura y urbanismo de nuestra ciudad nos deben llevar a respetar regulaciones y leyes de protección del patrimonio, a conservar hasta el último detalle del esfuerzo de los que nos precedieron.
[1] Proyectó entre otras, obras como la clínica privada nombrada Cooperativa Médica, las casas situadas en Flores # 2 para Coralia Pérez, Brigadier Reeve # 25 para Gaspar Álvarez y Ave Mártires # 301 para el Dr. Santiago Echemendía. A todas les imprimió un sello muy especial y relevantes formas modernas. Murió en 1967 a la edad de 39 años, víctima de un paro cardíaco ya que padecía de asma bronquial que se le había agudizado, pero que anteriormente no había sido limitante para su desarrollo profesional.
Leer más...